¿Qué habría pasado si Simón de Monfort hubiese fracasado y la Corona de Aragón hubiese continuado con su expansión al norte? ¿Qué habría ocurrido si los condados de Castilla y Portugal no hubiesen sobrevivido? ¿Qué tal si los sami hubiesen tenido su propio país independiente? ¿O si los austriacos hubiesen evitado que Italia les robara descaradamente el Tirol? ¿O si Baviera hubiese rechazado ser parte del Imperio Alemán en el siglo XIX? ¿O si ...? Al estudiar historia, hay muchas ocasiones en que uno se pregunta cosas como estas y especula sobre las alteraciones que se producirían en el mapa político.
A lo largo de los años, he acumulado muchas de estas ideas (algunas son mías, otras las he recogido de comentarios de otras personas, los hayan emitido sabiendo de qué hablaban o no) y decidí rehacer el mapa político de Europa incorporando tantas como fuera posible. Luego, construí los puntos de divergencia necesarios para poder explicar las diferencias existentes.
Debe recalcarse que el mapa que se presenta a continuación es históricamente imposible, que las ideas incorporadas pueden incluso ser contradictorias entre sí, que además van desde las demandas históricas con base en la realidad (y que podrían llegar a ocurrir, si hubiese voluntad política) hasta posturas absolutamente locas e inviables, y, finalmente, que algunos puntos de divergencia están mejor construidos que otros (pues conozco mejor la historia de algunas áreas/eras de Europa que otras). No debe olvidarse que se trata de un simple ejercicio teórico, y no hago advocación ni apología de ninguna de las ideas presentes aquí (aunque algunas me gustan).
Nota: al pasar el mouse por encima del mapa, la imagen es reemplazada por el mapa actual de Europa; si se pincha la imagen, se obtendrá el mapa de Europa alternativa en alta resolución.
Esta Europa alternativa difiere de la real debido a los siguientes cambios:
El expansionismo inglés llevó a los distintos reinos y feudos vecinos a formar una alianza militar para frenarlo; con el paso de los siglos, la Liga Céltica (formada por Escocia, Irlanda, Man, Gales, Kérnou y Bretaña) se ha convertido en una federación cohesionada, que es considerada para muchos efectos como una sola nación (aunque Bretaña está relativamente aislada y su peligro inmediato es Francia, no Inglaterra). Es uno de los tres países católicos occidentales, por lo que los otros dos (León y el Reino de los Pirineos) son sus aliados naturales.
Los reinos de Portugal y de Castilla no lograron mantener su independencia por largo tiempo, y terminaron siendo reabsorbidos por León, el reino hegemónico en la zona. Desde principios del siglo XIII, éste fue el único encargado de la Reconquista (pues Aragón estaba más interesado en continuar su expansión al norte) y terminó por ocupar el resto de la Península Ibérica.
Occitania sufrió con sangre la cruzada albigense y los abusos franceses. Cuando Pedro II de Aragón aniquiló a Simón de Monfort, su victoria y su popularidad le permitieron ampliar sus territorios transpirenaicos, manteniendo a raya el expansionismo francés. El Reino de los Pirineos como tal se forma al unirse en una sola entidad la Corona de Aragón, el Reino de Navarra (que había sido entregado a Jaime I tras la muerte sin descendencia de Sancho VII, en cumplimiento del Tratado de Tudela) y casi todo el territorio de Occitania.
Desde fines del siglo XIV, las relaciones con el vecino León son óptimas, pues las (cada vez menos) fricciones que se producen entre los gobiernos de Toledo y Figueres son rápidamente mediadas y resueltas por el Papa de Peñíscola; huelga decir que ambos países son estrechos aliados.
Los intentos de acabar con el Cisma de Occidente tuvieron un giro inesperado: el concilio de Constanza depuso a Juan XXII, a Gregorio XII y a Benedicto XIII (que se había rehusado a reconocer el concilio y por lo tanto desdeñó todas sus decisiones); esto fue inicialmente aceptado por todos, pero la elección de Celestino VI, un títere del Emperador Segismundo de Alemania, produjo el rechazo de leoneses, navarros y aragoneses. Como sus demandas no fueron escuchadas, los reinos peninsulares restituyeron su reconocimiento a Benedicto XIII; éste rápidamente excomulgó a Roma y trasladó la sede del Papado de Aviñón a Peñíscola, en donde podría ser protegido. Unas semanas después, durante una nueva guerra en contra de Inglaterra (leal a Roma), los distintos reinos de la Liga Céltica también juraron su fidelidad a Peñíscola.
El Estado Papal de Peñíscola corresponde a la ciudad homónima, cedida para estos efectos por Aragón en 1420. Hoy en día, la defensa de esta ciudad‑estado está a cargo de manera conjunta entre León y Los Pirineos.
Hasta nuestros días, las relaciones con la Iglesia Católica Romana son frías y tensas (en cambio, las relaciones con la Iglesia Ortodoxa están en mucho mejores términos, aunque son inevitablemente distantes); los países occidentales sufrieron discriminación y aislamiento por parte de Europa central, pero esto se vio compensado con el descubrimiento en 1481 de las Indias Occidentales (el continente de Neoiberia), repartidas entre leoneses, celtas y pirenaicos (estos últimos, a pesar de ser un país más bien mediterráneo, supieron aprovechar las oportunidades abiertas por sus aliados atlánticos). La población católica occidental actual en todo el mundo supera en número a la católica romana.
Las guerras en Escandinavia nunca tuvieron resultados concluyentes, debido a que Dinamarca, Noruega y Suecia estaban equilibrados entre sí. Suecia nunca conquistó Botuslän, Halland, Scania ni Bornholm, aunque logró evitar la unión entre Dinamarca y Noruega.
Más al norte, los sami se organizaron como nación, manteniendo todo su territorio y expandiéndolo ligeramente. Su alianza con sus primos fineses permitió a estos últimos formar un país más fuerte, que mantuvo a raya a Suecia y a Rusia, reteniendo al mismo tiempo toda la región de Karelia.
En 1860, Suiza aprobó una ley que prohibía a sus ciudadanos servir como mercenarios en el extranjero, pero las hábiles negociaciones del embajador siciliano lograron que el gobierno aprobara una excepción para su reino. Cuando Garibaldi se le enfrentó por primera vez, fue derrotado y muerto. Los sucesos posteriores en el norte y la difícil conquista de los estados papales postergaron las ambiciones italianas en el sur de la península; finalmente, Italia debió renunciar en 1880 a sus pretendidos derechos sobre Sicilia, forzados por la amenaza de Los Pirineos, que acababa de firmar una alianza militar con dicho reino.
Aunque inicialmente el Rey de Baviera apoyaba el proceso de unificación de Alemania, le preocupaban las diferencias culturales y religiosas entre el norte protestante y el sur católico romano. Finalmente, tras durísimas negociaciones entre Ludwig II, Guillermo I y Francisco José I, se acordó en 1871 reducir el alcance del Kleindeutsche Lösung, creando dos nuevos estados alemanes: Alemania (a veces llamada Alemania del Norte), liderada por Prusia, y Baviera‑Wurtemberg (hoy conocida simplemente como Baviera), formada por los estados alemanes del sur. Luxemburgo, constantemente amenazada por Francia, terminó por integrarse a Alemania.
En los años inmediatamente posteriores a la formación de las dos Alemanias, una astutísima campaña de propaganda en Suiza logró convencer a la población de los cantones alemanes de las bondades de integrarse a Baviera, por lo que casi todos estos se le unieron. Tras este abandono, la Confederación Helvética fue disuelta; los cantones franceses se integraron a Francia, los italianos fueron anexados por Italia y los cantones alemanes restantes (Los Grisones, San Galo, Appenzell Rodas Interiores y Appenzell Rodas Exteriores) y las áreas romanches optaron por unirse a Austria (estas últimas, en particular, temían por su lenguaje e identidad cultural si pasaban a ser parte de Italia). Liechtenstein, ahora completamente rodeado por Austria, terminó aceptando la inevitable anexión poco tiempo después.
Tras sobrevivir a dos intentos de asesinato en un solo día, el Archiduque Francisco Fernando entendió que el Imperio Austrohúngaro era inviable tal como estaba organizado. Tras su ascensión al trono, en 1916, rápidamente tomó la propuesta de Aurel Popovici de convertir al imperio en una federación (los «Estados Unidos de la Gran Austria»), compuesta por varios estados monoétnicos, y la llevó adelante, sin importarle la resistencia de los húngaros y de la propia corte imperial, que temía que el imperio se disgregara completamente. Efectivamente, dicha federación tuvo una corta vida y terminó disuelta; algunos de sus miembros siguen siendo estados independientes hasta hoy, mientras que los demás se incorporaron a otros países.
El desmembramiento del imperio le costó caro a Francisco Fernando: inicialmente era el rey de cada uno de los estados que formaban la federación, pero en menos de un año sus títulos se redujeron a cuatro (rey de Austria, de Hungría, de Bohemia y de Eslovaquia). La unión entre Rumania y Transilvania produjo una revuelta en Hungría, que terminó con la creación de la República Húngara en 1923. Esto fue usado como excusa en Austria para también derrocar a Francisco Fernando, que fue reemplazado por su sobrino Carlos I; Bohemia y Eslovaquia, en cambio, se mantuvieron fieles; Francisco Fernando, instalado en Praga, se mantuvo como rey de ambos países (en unión personal) hasta su muerte en 1935.
Hasta hoy, Francisco Fernando es detestado en Austria y en Hungría, pues se cree que sus reformas fueron demasiado radicales y se le escaparon de las manos, destruyendo al imperio y diezmando a Hungría. En los vecinos países eslavos y en Rumania, en cambio, es ampliamente respetado, pues se considera que resolvió un severo problema que podía haber terminado en un enorme baño de sangre, y no se le responsabiliza por las escaramuzas y pequeñas guerras producidas en los años posteriores a la partición.
En 1916, Grecia atacó al Imperio Otomano para terminar de liberar las tierras habitadas por griegos; contó, una vez más, con el irrestricto apoyo militar de León, en donde esta guerra fue conocida como la «Campaña Final de Reconquista en Europa». La acción bélica terminó con una amplia victoria grecoleonesa; tras la derrota, el Imperio Otomano cayó en una guerra civil que fue aprovechada por varios grupos étnicos oprimidos (árabes, armenios, etcétera) para independizarse; Grecia también explotó la situación, desplazando la frontera aún más al este para así compensar—desde su perspectiva—el haber tenido que abandonar sus pretensiones sobre territorios como Ponto y partes de Capadocia (provincias demasiado alejadas para una ocupación militar efectiva) y el grueso de Tracia occidental (provincia entonces disputada con Bulgaria, que terminó siendo repartida entre ambos países). Hoy, la República Turca sólo ocupa una parte de Anatolia.
Prueba de la gratitud del pueblo griego para con sus aliados es que en 1930 se decidió renombrar la ciudad y provincia de Çanakkale; en vez de recurrir al antiguo nombre de la zona (Dardanelia), se optó por León («Λιοντάρι» en griego). Además, se escogieron nuevos emblemas para el lugar, en los que se mezclaron los colores de la bandera griega con el escudo leonés: el nuevo escudo se blasona como «De azur, cuatro fajas de plata [los colores de la bandera griega], león rampante de púrpura, armado y lampasado de gules [tomado del escudo de León, aunque sin la corona].», diseño que se repite en la nueva bandera provincial.
Durante la guerra grecootomana, en un momento en que parecía que Bulgaria atacaría a Grecia (debido a la disputa por Tracia occidental), el primer ministro de Albania cometió el error de hacer declaraciones grandilocuentes, amenazando con entrar en la guerra a favor del Imperio Otomano... un día antes de que llegaran numerosos refuerzos leoneses a Grecia. El general Gregorio Pintos, a cargo de estas fuerzas, decidió (sin consultar a nadie) invadir Albania por el sur; en apenas cinco días tomó prácticamente todo Epiro Septentrional, gracias al factor sorpresa en su ataque inicial, a la reducida capacidad de reacción de las fuerzas militares albanesas... y a la jubilosa cooperación de la población griega local, que hasta entonces había buscado, sin éxito, ser parte de Grecia y no de Albania.
En las dos semanas que siguieron a la invasión, el general Pintos expulsó a la población albanesa, que debió buscar refugio al otro lado de la nueva frontera, y estableció un gobierno provisorio para Epiro Septentrional, compuesto exclusivamente por residentes griegos. Una vez asegurada la zona, dejó la cuarta parte de sus fuerzas para protegerla de un posible contraataque y se dirigió con el resto a Tesalónica. Una vez ahí, el alto mando militar griego intentó reprenderlo por su acción temeraria, pero el general se defendió diciendo que había cumplido con sus órdenes (desembarcar a sus fuerzas en Igumenitsa y dirigirse a Tesalónica) y simplemente había tomado una ruta escénica. Como su campaña relámpago había asustado tanto a los búlgaros que volvieron corriendo a la mesa de negociaciones, no le pasó nada.
Mientras tanto, esta vergonzosa derrota produjo la caída del gobierno y el colapso del Principado de Albania. Para cuando se pudo constituir la República de Albania, la pérdida de Epiro Septentrional era un hecho consumado: prácticamente no quedaban albaneses en el lugar y la población remanente había decidido por aclamación la incorporación a Grecia; el nuevo gobierno albanés no tuvo más opción que firmar en 1921 un tratado de paz con Grecia y León que aceptaba formalmente la situación.
El trauma que esta... refriega... provocó en el pueblo albanés fue tal que hasta hoy, todos los zoológicos del país se rehúsan a hospedar leones (amén de los grandes felinos neoibéricos: jaguares y pumas).
Los continuos problemas sociales en Rusia desembocaron en una guerra civil en 1918. Producto de la debilidad del gobierno central, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Ucrania y Bielorrusia se independizaron (aunque esta última terminó reincorporándose a Rusia poco después).
Conscientes de que Rusia volvería pronto a por ellos, Estonia, Letonia y Lituania formaron la Federación Báltica. Actualmente están bajo la esfera de influencia de Alemania del Norte, lo que ha dificultado las relaciones germanorrusas; esto ha tenido el efecto secundario de permitir a Polonia seguir existiendo, cumpliendo el rol de un estado colchón.
En la década de 1980, las divisiones internas dentro de Yugoslavia se acentuaron a tal punto que una guerra civil parecía inevitable. Sin embargo, durante la Semana Santa de 1990 (que ese año coincidía en las iglesias católica romana y ortodoxa) las más importantes figuras extremistas de cada bando (Milošević, Tuđman, Mladić, Gotovina, etcétera) fueron eliminadas mediante asesinatos selectivos. Los políticos moderados sobrevivientes, atemorizados por esta serie de operaciones, se vieron forzados a negociar un acuerdo pacífico. Finalmente, Yugoslavia se dividió en cuatro:
Las fronteras de Eslovenia y Macedonia estaban bien definidas y (salvo una modificación para permitir mejor acceso al mar de la primera en la Península de Istria) no supusieron problemas. La frontera entre Serbia y Croacia, en cambio, tomó meses de difíciles negociaciones, pero finalmente se llegó a un acuerdo en que ambas partes quedaron razonablemente descontentas.
Hasta hoy se desconoce quién estuvo detrás de los asesinatos de la «Semana Santa Sangrienta», pero es razonable presumir que se trató de altos mandos del ejército yugoslavo, que estaban decididos a impedir el estallido de la guerra por todos los medios necesarios. El único sicario capturado, un serbio llamado Mirko Princip, cometió suicidio antes de poder ser interrogado.
En Ucrania, una disputa en el resultado de la elección presidencial del año 2004 llegó a una guerra civil que terminó dividiendo al país en dos: la mitad sudoriental, prorrusa, fue anexada por Rusia, mientras que la mitad noroccidental (pro Europa central) se mantuvo independiente; unas semanas después de finalizada la guerra, cambió su nombre a Rutenia para acentuar su distancia de Rusia.
Tras casi dos siglos de cohabitación desganada, valones y flamencos lograron en el año 2007 un acuerdo para separarse pacíficamente. Valonia se integró, tras ser aprobado por plebiscito, a Francia, mientras que Flandes se unió de inmediato a los Países Bajos.
Durante varios siglos, Génova tuvo un control tenue sobre Córcega. La unificación italiana en el siglo XIX suavizó las tensiones, pero a comienzos del siglo XX éstas volvieron a aumentar, apareciendo varios movimientos políticos independentistas en la isla; en noviembre de 1942 se efectuó un plebiscito, que aprobó la independencia por muy estrecho margen.
El aparato estatal de la nueva República de Córcega fue rápidamente dominado por mafias locales, que instituyeron una virtual dictadura; en 1960, Italia atendió el clamor popular e invadió la isla, imponiendo un control directo. Esta situación terminó en 1978, cuando se reinstituyó la República de Córcega, ahora como un protectorado de Italia; esto fue una solución de compromiso que satisfizo al pueblo corso, que, aunque no quería que su isla fuese una región más de Italia, ahora veía con malos ojos la independencia total.
Algunas de las fronteras no están perfectamente trazadas (por ejemplo, la frontera oriental de Alemania y la frontera entre Gales e Inglaterra); esto se debe a mi limitada capacidad como dibujante y a que usé herramientas rudimentarias. Probablemente un experto pueda construir este mapa de mejor manera (y en menos tiempo).
Usé como base un mapa extraído de Wikipedia, disponible en http://commons.wikimedia.org/wiki/File:BlankEurope.png. Dicha imagen está sujeta a la GFDL, por lo que mi mapa (no así el resto del artículo) también está sujeto a ella:
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1.0, 05/07/2009: versión inicial. El mapa asociado a esta versión está disponible como EuropaAlternativa_v10.png (tamaño original) and EuropaAlternativa_640_v10.png (tamaño reducido).
1.1, 13/06/2011: se añadió la entrada dedicada a Córcega. Para distinguir mejor las dos ciudades papales (Roma y Peñíscola) en el mapa, ahora aparecen en negro en vez de rojo y se reemplazó el color rojizo de León por anaranjado. Asimismo, Malta ahora aparece en rojizo en vez de anaranjado para resaltarla más. Por motivos estrictamente estéticos, se reemplazó el color vagamente rosado de Francia, Noruega, Bohemia y Albania por un azul que se ve bastante mejor. El mapa asociado a esta versión está disponible como EuropaAlternativa_v11.png (tamaño original) and EuropaAlternativa_640_v11.png (tamaño reducido).
1.2, 28/12/2013: se reescribió la entrada acerca de la guerra grecootomana de 1916, añadiendo más información e incluyendo la pérdida albanesa de Epiro Septentrional.
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